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#3

WTF (Welcome to the future).

Despierto, e intento recordar un pensamiento que tuve anoche. No lo consigo. Jamás voy a comprender cuál es el patrón de selección de mi memoria. Así que continúo escribiendo, porque se supone que tengo que escribir sin pensar, y sin pausas. Por eso, cambié el lápiz por un bolígrafo. No es lo mismo borrar que tachar. Con lo primero, tarde o temprano, uno olvida lo que escribió; sus errores. Lo segundo no solo permanece, sino que lo hace llamando aún más la atención. Esa mancha que intenta esconder los impulsivos errores de la escritura.

¿Tachar o borrar? ¿Quién habrá nacido primero? Tachar es una forma rústica de querer corregirse, ergo, puede ser más antigua que borrar. Todo siempre fue más rústico en el pasado. Tomo de referencia a las almohadas. Las primeras fueron hechas de piedra, hasta que una mente cansada de las contracturas en la nuca, tuvo la brillante y peligrosa idea de entregarse al confort.

Las almohadas son de los objetos que, aunque no sean vitales para la supervivencia, ayudan a ver el desequilibrio social. Cuántos humanos de todas las edades duermen por las noches en cartones que sueñan con ser almohadas, mientras que en el mundo hay camas con cojines de sobra. ¿No? ¿No es lo suficientemente crudo? ¿Qué tal si hablamos de algo esencial para la vida? La venerada comida. ¿Te indignan los cientos de millones de personas que sufren desnutrición? ¿O te indigna aún más que haya miles de millones que sufren sobrepeso u obesidad?

Mientras tanto, los medios nada tienen para decir sobre las almohadas o la comida; demasiado ocupados con cualquiera que sea la contagiosa moda del momento. Creo en las casualidades, pero no en las que son llevadas a cabo por humanos. Sintéticas casualidades, para un mundo sintético.

Las personas no van a cambiar cuando pase esta moda, pero las reglas del juego sí lo harán, y no de la manera pseudooptimista e ilusa que creen los seres que parecen frases de autoayuda personificadas. Una nueva excusa se abrió camino en nuestra sociedad. Una excusa que le exige a los gobiernos que nos protejan de los enemigos invisibles, sin importar el precio que haya que pagar. Y ellos lo harán, sí que lo harán, y de la mejor manera que saben hacerlo, del modo que no tan inconscientemente les pedimos que lo hagan: controlándonos. Los sistemas de control físico-mentales evolucionan a fuerza de excusas.

Bienvenidos al futuro, tu cuerpo no te pertenece, tu mente ni siquiera se soporta a sí misma, y tu mejor amigo es un pequeño rectángulo luminoso que sabe más sobre vos que vos mismo.


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